El poeta ladrón

Existe un personaje que es muy curioso. Su historia es oscura y su forma de actuar parece ser un tanto esquizofrénica. Sin embargo, existe una cierta coherencia en su forma de hablar cuando en voz alta y de forma segura expone sus comentarios sobre la economía mundial y el problema de la expansión de los comercios.

El acepta que es un ladrón de libros. Lo ha sido desde siempre, desde que tiene recuerdos, puesto que su interés ha sido siempre conocer más. No obtiene ningún beneficio económico para llenarse los bolsillos de tarjetas de plástico de crédito, pues no posee dirección alguna. El es un nómada lector, de librerias y bibliotecas.

Acepta en voz alta diciendo: - Lo sé, ustedes saben que soy un ladrón en otras librerias, pero acá, nunca robaría, porque robarles a ustedes no tendría perdón. - mirando hacia el techo continúa diciendo - soy ladrón y siempre lo seré, pero acá ustedes siempre me sonríen y creen que uno puedo cambiar cuando sabe que va a ser mal.

Todos reímos, pues cada vez que habla, es como si la inspiración le llegará y alguien le susurrara al oído para decirle las palabras correctas. Por eso me gusta llamarlo el poeta ladrón, pues tiene un alma de poeta vagabundo y un atuendo de ladrón.

Me abraza fuerte y me dice: - Usted me ha caído bien, siento que usted es amable y además me sonríe y a mi muy poca gente me sonríe es más se asustan cuando ando por el lado de ellos en la calle. Así que afirmo, y le digo que - a mi tambien me gusta que usted sonría. Quiere un café? le pregunto de forma casual. El me responde, poniendo un brazo en su estomago y dando una venia, hacia mí, diciendo es usted muy amable.

Al entrar a la barra de café, que cabe anotar, no antes descrito esta invadida por tantos libros que los clientes de la librería olvidan que allí adentro donde el café se hace, los milímetros para
poner las pequeñas colaciones y la taza son ínfimos, tan exactos que basta con que alguien mueva un libro para que todo se caiga.

De esta forma, me asomo y le pregunto al poeta ladrón que si quiere acompañar el café con un churro. Acepta encantado. Se lo sirvo en una mesa, pero él a preferido estar de pie. Sigue hablando de forma muy fuerte, y con su mano exclama que la economía mundial ha hecho que la compañía de gaseosas CocaCola haya comprado el valle del río Magdalena, gran fuente de agua en el mundo para hacerlo suyo en los próximos años de escasees de recursos naturales en el planeta.

Alterado, dice que llevará un libro de un profesor que tuvo, alguna vez cuando no habiendo pagado la matricula universitaria, el profesor, lo dejo entrar a su aula para escuchar algunas conferencias. Paga el libro, repitiendo que el no es un ladrón en esta librería. Se va enfurecido con el mundo pero alegre de haber pasado un rato por ahí. Al recoger su café ha olvidado el churro, y pienso que quizás por pena no lo acepto, pues todos sabíamos que la plata con la que pago el libro, había sido fruto del robo de otros libros de otras grandes librerías, que luego en el centro de la ciudad podía recibir unos cuantos pesos, para pagar un libro original de su antiguo profesor. Ese es el mundo del comercio, unos quitan de ahí para dar en otro lugar.

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