Existen libros a los que llamamos los "libros terribles". Son aquellos que las editoriales envían con la intención de embrutecer a los lectores, debido a la gran tendencia hacia los libros de autoayuda o superación personal. Es más, hace poco buscando sobre este tema, investigando el por qué realmente la gente los solicita y el interés de descubrir temas tales como, el tamtra "La filosofía del yoga en el sexo” (para durar más, sentir más y ser simplemente más), el fenómeno de Cómo hacerse gerente en 90 días y ser rico (para durar más, tener más y ser simplemente más); la necesidad de los libros de dietas para todo tipo: "Cómo hacer dieta sin dolor", (para durar más, adelgazar más y ser simplemente más), encontré que existen programas de computador para crear este tipo de textos, no de literatura, ni de ensayos, ni de crónicas, sino de simples palabras resumidas en capítulos, que por su formato se hacen llamar libros, pero para nosotros los libreros pertenecen a la categoría de los ‘’terribles".
Entra una mujer delgadísima, tan delgada que sus huesos de la cadera, dejan ver a través de su pantalón pegado que la anorexia es evidente en este mundo de imágenes de mujeres flacas; pero esta mujer es delgada por convicción, por el deseo de ser como las otras. La misma resolución que la lleva a decirle al peluquero que la vuelva "mona". Gringa en su actitud, con zapatos de tacón y sastre color dorado, irrumpe en la noche diciendo: - Quiero el libro de "Las 54 leyes para aplastar a su enemigo."
La mujer espera mientras una de las libreras dice: -Búscame en los libros terribles este título. Al bajar el libro que curiosamente tiene más palabras y texto que muchos de los otros grandes libros valiosos, se lo entrego a la mujer, quien alegre me dice :-Éste es el libro que tiene el querido presidente de la República, en su mesa de noche-.
Le preguntó si es para ella. Dando una carcajada hacia lo alto, me dice: -No es para un regalo para un amigo a quien “le caerá justo al dedo".
El título de este libro terrible, es absolutamente genial. Me pregunto cómo es posible que se creen leyes para "aplastar". Uno aplasta cosas, tipo "aplaste mis gafas porque no las tenía puestas y me he sentado encima". "Aplasté mi ropa dentro de la maleta porque no me cabía". "Aplasté un merengue que se cayó al suelo", pero "aplastar" al enemigo, se me hace curiosamente excitante pensar que no sólo es posible, sino que existen leyes, y que son tan sólo 54.
Mientras empaco el libro , oigo las repetitivas palabras de la cliente que asegura dice que le será de gran ayuda a su amigo – y reitera que el mismísimo señor presidente, lo tiene siempre junto a la Biblia y a su despertador en su mesita de noche de la casa presidencial - y me digo que debe ser extraño para ese pobre hombre, quien reinando en un caballo de mentiras de este país, por las noches cuando está solo, quizás en posición fetal, en ese momento íntimo junto a su almohada donde es un pequeño humano y en el que sabe que el hombre es un ser indefenso se pregunta :-Qué diablos hago yo metido en esta casa presidencial mientras su cabeza le dice, que debe leer la ley 34 del libro blanco con rojo, en vez del verso 34 de un poema de un hombre como Jattin que quizás le sea de un poco más ayuda.
El libro para ayudar al lector tiene en su portada la enumeración de las leyes en grandes caracteres… alcanzo a recordar algunas, para aplastar a su enemigo "sea indiferente", "hágase indispensable para algunos, inútil para otros", "no tenga amigos", "nunca diga la verdad", "haga todo a medias"... Me detengo y la miro, pienso en Fahrenheit 451 (343), el libro de Bradbury? y digo debería haber más bomberos pirómanos, pero éstos deberían quemar los libros terribles, y más si están en mesas de noche de gente que tiene el poder de fabricarlos.
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