Muchas personas, solicitan a Zambrano. Filosofa, escritora y poeta, marca el exilio de la reflexión sobre la vida, acompañada de una tragedia permanente en su dolor interno. De esta manera, un hombre, quien llega, mojado por la lluvia, me sonríe y dice, he venido por Zambrano, he conseguido el dinero para comprar el libro.
Sonriente, le digo que se siente con calma, tiene frío y seguro viene de lejos. Su cara joven detrás de los anteojos, compra el libro y se sienta a leerlo mientras afuera, los paraguas desfilan bajo el agua por la vitrina y los trancones se crean a causa de la lluvia.
Lejos del bullicio callejero, este joven hombre, toma a Zambrano en sus manos, con cara de gloria, como si por fin, pudiera tenerla cerca. Le ofrezco un café para calentarse. Humildemente, me dice que si puedo ponerle un poco de leche. Pienso que seguro no ha almorzado y por eso necesita un poco más de calorías para luego enfrentar el frío que está en la calle. Le sirvo el café y le traigo otro libro que quizás le pueda interesar. Me mira, y me dice - me estas haciendo un mal - y yo niego con la cabeza - nunca el librero hace mal, te traigo este para que lo conozcas, un libro que explica a Zambrano, a la que llevas adentro. Agradecido por el café, mira los merengues que damos en acompañamiento y pone uno adentro del café. - Me gusta que se funda entre el calor de la leche - me dice.
Recuerdo la linda imagen de ese café con un merengue que se derrite encima, y pienso en Zambrano y en su fabulosa forma particular de integrar los elementos a la realidad. Al igual que el joven de anteojos, que tranquilo disfruta de su café y de su libro conseguido con sus ahorros.
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