Los policias a Sangre Fría

Tomando un libro de la vitrina, y dejando caer un par pues son un domino andante que basta con un suspiro para crear el caos literario como un castillo de cartas, entran dos policias a la librería.

Inmediatamente, pienso que vienen a hablarme de la seguridad del barrio. Sorprendentemente me hablan casi en susurros, temerosos del lugar y de solicitarme un libro. Me dicen que si tengo el libro de A sangre fría de Capote. Los miro, y me sonrío - Es un libro perfecto para ustedes, seguro lo tenemos. - les preguntó - ¿Por qué les gustaría leer ese libro?. - Me lo han recomendado.

Al tenerlo en sus manos, el policia, lo inspecciona de un lado a otro y me pregunta, - de que se trata?. Le cuento en cortas palabras la historia. Solicita el precio y me dice que va ahorrar para comprarlo, y quizás se lo lea con su colega, quien ha venido también a la librería. De forma graciosa, me dice pero si ya le conté la historia para que lo compra - yo le digo, que toma el riesgo de pensar, que le he contado la historia correcta, pero que quizás me he equivocado. Así que cuando vuelva me cuente lo que él vio en esa historia.

Sonriente, lo deja en la mesa, me sonríe y toma su papel civico y me pregunta - ¿cómo hacen ustedes para cuidarse de los ladrones?.

Le digo que aunque el librero no es muy creyente uno se encomienda a Dios para que no se lleven los buenos libros, pues los ladrones siempre existirán y uno como librero ya los reconoce. Vienen en grupos de 4 personas, tres hombres grandes con chaquetas de cuero y una mujer que siempre pide los libros que se encuentran en la parte superior, y trae una cartera que deja en una esquina, - de doble fondo - le explico.

Le cuento la historia, que hace unos días, cuando un grupo de ladrones entró. Le digo que lamentablemente, ni tenemos el dinero para poner seguridad en la librería con cámaras de video ni detectores de códigos de barras, además no nos interesa. Los policias me miran con admiración, y me dice - y que hace usted en esos casos. Le respondo diciendo - me siento con ellos y les hago tantas preguntas, que se sienten incómodos, vigilo, lo cual es jarto, - ustedes deben saberlo la pereza que es vigilar - añado, pero al final como esa vez, se fueron sin llevarse nada, tan sólo un cafe y un pastel en sus panzas, y la desilusión de tener unos libreros más vivos que ellos.

El policia me dice que entiende, pero que tiene miedo que pase algo, así que me da su numero de celular y me dice que no trabaja cerca pero si pasa algo le avise. Al anotarlo le pido su numero y le digo - esta bien aquí anoto su numero señor teniente - y me dice no yo soy subteniente, y yo le respondo, yo lo pongo acá teniente le subo el cargo, acá se le dirá teniente y más cuando después de Capote, se de cuenta de lo lindo que es la literatura.

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