Es un hombre mexicano, ya hace tres años que viene a la librería, sus recuerdos son gratos. Al regresar a su dulce hogar donde lo esperan su mujer y sus hijos, contento de regresar a su casa, trae consigo pequeños recuerdos que colecciona de la librería. Así que esta vez, me preguntó muy amablemente que si podía tomar fotos de la librería, un video para ser exactos para mostrarle a su familia, el sitio que lo hacia querer regresar a casa, con algo hermoso de este país como un libro de literatura o unas litografías de arte.
Sin duda me quede mirándolo, mientras este hombre con una pequeña panza sobresaliente a su pantalón de uniforme ejecutivo daba vueltas por la librería sonriendo, tomando fotografías y videos de cada detalle. Luego le dije que si quería subir al segundo piso pues se veía todo el ambiente del primer piso, donde se ve la barra del café. Subió encantado, y sobrepasando la figura de Harry Potter, filmo. Luego me sonrió y me dijo en su curioso acento, orale esto es muy bonito.
El mexicano bajo, sintiendo que al fin al cabo estando lejos, y trabajando para una firma de consultores financieros de exportaciones, vendría cada vez que viene a Colombia porque sabe que siempre se le recordará, al igual que él en su apartamento en Distrito Federal recordará y contará a sus hijos que existe un lugar donde, los libros se caen por montones, los libreros les dan consejo a los extranjeros y uno se puede sentar, y mirar un libro enfrente de una taza de café sin un guardia de seguridad que lo revise mientras pasa cada página.
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