Entraron dos personas, no supe su relación, amigo ?, amigos cercanos?, amantes?, amigos fieles?, grandes amigos. Ella colombiana, el inglés. Ella de 40 años, él de 40 también. Ella vestía a la moda, él vestía su propia moda inglesa que combina el fabuloso mundo kitch y vanguardista en dos prendas de vestir una sobre la otra, una camisa a rayas azul y un chaleco de flores.
Pidieron libros sobre Colombia, un regalo para el frío ,lluvioso y agitado Londres, donde vivían. El sonreía cada vez que ella pasaba las imágenes de la primera selección de libros sobre cocina…los majares colombianos ante el fish and ships inglés. Se deleitaba mirando las recetas y escogieron uno práctico a la manera europea, pero inútil a la manera colombiana. Un libro dividido en tres partes horizontales e intercambiables que ofrece las entradas, el plato fuerte y el postre, lo que genera una gran combinación de platos colombianos, sin embargo, no todos los platos “cuadran” en la mesa colombiana: qué tal entrada de garbanzos, ajiaco de plato fuerte, y cascos de limón! .Viendo este último ella dijo entusiasmada:
- Look, you like so much this lemon dessert, te gustan tanto estos cascos de limón !
El hombre inglés dijo: -Si.
Perfecto, satisfechos era un regalo útil y exótico.
No obstante ella duda :¿Por qué no llevas un libro de fotografías?,
El respondió de manera sincera:
-Mis padres no leen más que el periódico local, con esas imágenes les basta, quedan contentos todo el día.
Ella le replicó
-No, pero podía ser un libro que puedan poner en la mesa de la entrada.
Pequeña explicación: en Colombia la gente pone libros en la mesa de la entrada, o en la mesa central de la sala, a lo que ella especifico: Coffee table.
Siempre me ha parecido curiosa esta costumbre nuestra, ponemos libros para que la gente los vea mientras no estamos en la sala y quizás esperan que los acompañemos de nuevo. Son ese tipo de libros, grandes, el típico libro de artista local famoso, Caballero, Obregón o de lindas fotografías de National Geographic o en su defecto ese tipo de libros
que regalan los bancos a sus empleados y que acumulan el polvo al igual que las revistas de consultorio médico o de peluquerías, otro aspecto nacional, que esperan ahí a ser leídos por extraños, mientras que sus dueños nunca los han visto de forma concentrada.
El señor inglés miró con atención un libro de jardines colombianos, e imaginé a su mamá viendo jardines hermosos siempre en reproducción estacionaria, de clima ecuatorial mientras su jardín bajo la nieve tan sólo da algunas zanahorias o lenguas de vaca.
-Tienes razón, dijo ella, no sería un buen regalo, y mirando el libro de las recetas añadió: -Es mejor éste.
A lo que él graciosamente repuso:
-Sería bueno un libro de jardines colombianos que incluyera las semillas y que pudiéramos tener un invernadero que reprodujera el clima de Colombia, y quizás comer cascos de limón en Nochebuena.
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