Los miércoles hay cine en la librería. No mucha gente va, pero alguien siempre llega. Esta vez fue hermoso ver la sonrisa del hombre de edad, que muy paciente esperó que la instalación electrónica le diera una sesión especial para él, pues era el único publico que había acudido cumplido a la cita.
Al llegar, comentó que había estado con sus hermanas y había interrumpido las onces, diciendo:
-Tengo que ir a ver "la película".
Me imagino a las hermanas sentadas al frente de una taza de chocolate con panecillos y un poco de queso, le preguntaron :
-"¿Qué película?".
El hombre les responde sencillamente:
-"La película" que voy a ver en la librería.
Un clásico del cine mudo, Fausto, se instaló frente a los ojos atentos del señor canoso que no cerró los ojos y río durante toda la proyección. Solitario pero alegre, al contrario de la película, el viejo señor, se deja seducir por el cine mudo que habla de traición, amor y tentación y se nota que le encantan las escenas donde la bella joven pone a todos los protagonistas en una encrucijada.
Seguramente al dejar la casa de sus hermanas, caminó por la calle de forma pausada pues sabía que iba a tiempo para sentarse un rato y ver de nuevo en una pantalla grande, el tratado de amor ante un mundo corrupto que Munrau había dejado para la humanidad
Sus hermanas en casa, debieron hablar de él en su ausencia comentando cómo siempre se salía con la suya, y después ya acostadas cada una en su cama, esperan a su hermano que llegará y abrirá la puerta de forma silenciosa, para no despertarlas, y sentado junto a la luz de su mesa de noche, sonreirá en silencio, recordando lo mucho que disfrutó “ la película.”
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