Ojos de Perro o Ojos de Marciano

Entra una señora de edad, buscando un libro de regalo para su nieto y quizás, si el dinero le alcanza ,otro para su hijo que es filósofo, pero insiste - si me alcanza. Así que la llevo a la sección de niños y le muestro una gran variedad de libros de toda índole, los hay, bien y mal ilustrados, llenos de textos, o con pocas palabras.

Ella indica que es para un bebé recién nacido. Antes que nada quiere algo vistoso, lleno de colores. Así que le indico un hermoso libro de animales, en realidad le muestro dos de mis preferidos, uno de animales y otro de extraterrestres.

El de animales tiene un perro en la portada. El libro tiene dos agujeros que dejan ver los ojos del animal y a medida que pasa las pesadas páginas de cartón la abuelita sonríe al descubrir un gato, un sapo y una gallina. Los ojos son en relieve, y las pupilas se mueven de forma graciosa. Ella sonríe y yo sonrío. Es divertido y seguro le gustará al bebé. Enseguida le muestro el libro similar pero con figuras de marcianos. Pienso que quizás esta abuela con el dinero exacto para el regalo, mira las figuras recordando sus libros de infancia, que de seguro eran distintos, como aquellos de mi abuelo donde los dibujos eran grabados y hablaban sobre el buen comportamiento y dejaban poco espacio para la sorpresa.

Sin embargo, esta vez fui yo la sorprendida, pues en contra de lo que estaba pensando, que llevaría el libro del perro, pues traía más animales reconocidos que verdes marcianos, la abuelita vestida con su gabán color beige, se decidió por el espacio estelar. Quizás su pequeño nieto si vería el espacio en un viaje inter espacial , seguro cuando ella tenía su edad el hombre aún no había conquistado la luna, ni había llenado la atmósfera con satélites, ni tendría idea que en Rosewell habría una nave espacial que atraía a miles de fanáticos que harían fiestas desenfrenadas cada año.

Paseando por la librería no encontró nada de su interés para el filósofo, su exiguo presupuesto se había ido por las nubes, sin embargo, se fue feliz, pues en su bolsa, envuelto en un papel de regalo rojo con una tarjeta para un mensaje de abuela, que quizás diría te quiero mucho, iban un montón de extraterrestres, lunas y platillos voladores, que seguro por un instante la llevarían a ella a otro espacio y a su nieto al mundo del futuro.

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