Estambul sobre una cabeza Bogotana

Existen personajes amables, otros no. No siempre es fácil conseguir que alguien sonría menos que esté feliz y que además demuestre su felicidad, sin embargo creo que a veces lo consigo pues a pesar que no me lo confiesen intuyo que los hago sonreír por dentro.

Él es un hombre joven intelectual, filósofo y atractivo, bueno no mucho pero lo suficiente como para que en la entrada de la librería la compañera de su noche lo esperara una hora mientras él, sentado, discutía sobre el futuro siniestro de los pequeños libreros de este país, donde cada vez más librerías cierran al mismo ritmo que un)Mc Donald’ s abre. Ella tímidamente, se quedó en la puerta, con su maleta en los hombros y sin querer estorbar estuvo dando vueltas, pequeñas vueltas en el reducido espacio.

El joven intelectual, se acercó y me dijo:
-Busco un libro para alguien que se va de viaje, que tiene sobre Estambul?
Al buscar en el fabuloso sistema de la base de datos, pocos resultados fueron de su entera satisfacción… culinaria, guías …
Entonces me dijo con suficiencia :
- Escriba Estambul, con i, no con e.
Me reí y le dije
-Ya lo he hecho.
Entonces empezó a mirar todo con desesperación y cogiéndose la cabeza entre las mano exclamó con ansiedad
-Necesito un regalo para un viaje. Qué puedo llevar que no sea…
-Que no sea tan pesado en hojas pero ligero en contenido? terminé yo su frase
Para quien es el regalo? le pregunté

El, muy erudito dijo:
Ella es filosofa, del tipo Cortázar y Fuentes.
- Algo de cuentos cortos? - le insinué
-Puede ser, contestó seriamente.
En realidad para él todo podía ser pues al parecer era como una máquina que botaba nombres de autores y sus correspondientes y personales comentarios:
-Sandor Marai, fijo le gusta, pero no… Echenique, que pereza leer algo de eso…
Observándolo me di cuenta que realmente le importaba la mujer que se iba y no la que se había quedando dando vueltas como un carrusel en la parte de abajo.

Entonces le dije :
-Si va a Turquía, y pues Orhan Pamuk, Istambul ! me pareció que finalmente había dado en el blanco a lo que contestó dudando:
-Si, pero no, se me hace aburrido, frío, quiero algo que la alegre. Un tipo de lectura, agregó, que le permita acercarse a donde va.
- P ero cuando uno se va lejos también le gusta algo que lo acerque a lo que dejó, agregué.
Ante el desasosiego del comprador, arrollidada junto a la parte baja de la estantería saqué a Pamuk del lado de Octavio Paz, y en el suelo le mostré mi selección, convencida de que yo no era la causante de sus incesantes pasos.
- También viaja a Grecia, no tiene algo que se pase en Grecia? me dijo como reflexionando

Me reí y le dije
-Pues la Odisea de Homero, eso sí la pone en contexto.
Yo creí percibir que él rió por dentro y cogiendo "La casa silenciosa" de Pamuk
me manifestó finalmente:
-Perfecto éste, está bien, deje así.
Al bajar las escaleras añadió:
- En papel de regalo. Afirmé con la cabeza, el librero es humilde.
_Espere, antes quiero escribirle un mensaje, un bonito mensaje.

Mientras escribía, pensé que era su casa la que iba a estar silenciosa durante el viaje de ella,
-Espero que le guste, le dije cuando le entregué el bonito paquete de regalo.
- Lo sabré cuando vuelva me dijo pensativo
-Si si es que vuelve, agregué.
Esta vez sí sonrió. - Es cierto, quizás no vuelva, susurró mientras se alejaba.

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